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Se estima que frenar el cambio climático aumentará la inflación un 1,6% al año

La comunidad global se enfrenta a una encrucijada: la necesidad imperiosa de reducir las emisiones de carbono para mitigar el cambio climático, un esfuerzo que, aunque esencial, podría generar sobrecostes inflacionarios significativos en la próxima década. Según el informe “El coste inflado de la transición energética”, elaborado por la gestora de activos Carmignac, “los intentos de limitar el aumento de la temperatura global en 1,5° podrían añadir un 1,6% a la inflación cada ejercicio”.

El cambio hacia una economía más sostenible implica una transición hacia fuentes de energía más limpias, un proceso que inevitablemente ejercerá presión sobre la inflación global. La energía es un pilar central en la economía moderna, y cualquier alteración en su disponibilidad o costo tiene repercusiones amplias en todas las etapas de la cadena de valor, desde la producción hasta el consumo. Carmignac subraya que, aunque esta transición es necesaria, los desafíos inflacionarios serán considerables, pero más manejables que las consecuencias de no actuar. Sin una acción decidida, los efectos físicos del calentamiento global podrían añadir entre un 1% y un 3% a la inflación anual en la próxima década, según estimaciones del Banco Central Europeo.

Uno de los principales motores de la denominada “greenflation” o inflación verde es el aumento en la demanda de recursos críticos para las tecnologías de energía renovable. Desde 2022, por ejemplo, el precio de las turbinas eólicas ha aumentado un 40%, y se espera que los precios de los metales verdes, como el níquel, zinc y cobre, se dupliquen en la próxima década, lo que podría añadir un 0,1% anual a la inflación global. Además, la disminución de inversiones en infraestructuras fósiles, que se perciben cada vez más como una opción caduco, está provocando una reducción en la producción de hidrocarburos, elevando los precios del petróleo en aproximadamente un 20% anual, lo que podría contribuir con un 0,8% a la inflación.

La transición hacia energías más limpias no solo requiere recursos significativos, sino que también podría desviar inversiones de otras áreas de la economía, incrementando así los precios y las tasas de interés. Las nuevas tecnologías verdes, con sus altos costos iniciales, podrían añadir un 0,7% a la inflación. Sin embargo, a largo plazo, el informe de Carmignac destaca que esta transición promete beneficios económicos sustanciales, como la reducción de los costos marginales de la electricidad y una menor dependencia de las importaciones de energía, lo que mejoraría la seguridad energética y fortalecería la economía local.

A pesar de los desafíos inflacionarios, la transición energética también presenta oportunidades. Además de mejorar la seguridad energética, tiene el potencial de generar millones de empleos en sectores emergentes, impulsando el crecimiento económico. No obstante, el informe advierte que “gestionar cuidadosamente estos impactos inflacionarios será crucial para minimizar su efecto en la economía y asegurar una transición justa y sostenible”. En este contexto, los bancos centrales podrían enfrentarse a la difícil decisión de permitir que esta inflación transitoria persista o intervenir para provocar deflación en otras áreas de la economía.

De: El País 

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