En 2024, el sistema eléctrico de México enfrenta desafíos sin precedentes. La demanda de electricidad creció un 2.7%, impulsada por factores económicos, el crecimiento demográfico y un aumento en la actividad industrial, situándose en niveles récord. Sin embargo, las proyecciones indican que durante 2025-2027 la demanda se expandirá a una tasa anual moderada del 3%, aunque las incertidumbres políticas y económicas podrían modificar estas perspectivas.
De acuerdo con el Informe Electricidad 2025, Análisis y Previsión hasta 2027, publicado por la Agencia Internacional de Energía (AIE), el principal aporte a la generación eléctrica provino de la energía a gas, que representó más del 60% del mix de generación y cubrió la totalidad de la demanda adicional. En contraste, la generación hidroeléctrica mostró signos de debilidad. A pesar de registrar un aumento interanual del 9%, este fue el nivel más bajo observado en más de dos décadas, a excepción de 2023. La reducción en la producción de las grandes plantas hidroeléctricas, fundamentales para la flexibilidad del sistema y el abastecimiento en picos de demanda, se debió a condiciones de sequía prolongada. La escasez de agua ejerció una presión adicional sobre otras fuentes de generación y evidenció la urgente necesidad de optimizar la gestión de los recursos hídricos.
Durante el mes de mayo se registraron una serie de cortes de energía continuos. La combinación de una demanda eléctrica casi récord, alcanzando cerca de 50 GW –un 9% más que el pico de 2023– y una generación insuficiente, provocó que más de 2.6 millones de clientes sufrieran interrupciones en el suministro eléctrico. Investigaciones posteriores atribuyeron estos episodios a una serie de factores: una planificación de mantenimiento inadecuada, limitaciones en la infraestructura y la incapacidad de la capacidad instalada para responder al crecimiento de la demanda, evidenciando las vulnerabilidades del sistema y la necesidad de invertir en medidas de confiabilidad.
Como respuesta a estos retos, en noviembre de 2024 el gobierno mexicano presentó el Plan Nacional de Energía (NEP). Este ambicioso plan busca equilibrar los roles del Estado y del sector privado en la generación eléctrica. Bajo el esquema propuesto, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) mantendrá una participación mínima del 54% en los nuevos activos energéticos, mientras que se incentivará la inversión privada en el 46% restante, con un énfasis especial en proyectos de energías renovables, tales como la eólica y la solar. Además, se prevé agilizar los procesos regulatorios y superar obstáculos burocráticos para atraer capital privado, asegurando al mismo tiempo que las tarifas eléctricas no superen las tasas de inflación, con el fin de preservar la asequibilidad para los consumidores y garantizar la viabilidad financiera de las inversiones en infraestructura.
Otro pilar del NEP es la modernización de las redes de transmisión y distribución, cuyo objetivo es reducir los cuellos de botella y mejorar la estabilidad de la red eléctrica. Este esfuerzo integral forma parte del renovado compromiso de México con la transición energética, orientada a acelerar el desarrollo de energías renovables y actualizar los marcos regulatorios para apoyar los objetivos de descarbonización.
De acuerdo con el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2024-2038 (PRODESEN 2024-2038), en 2023 el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) registró una generación total de 346,504 GWh de electricidad, de los cuales el 24.19% provino de energías limpias, mientras que el 76.81% restante se obtuvo de fuentes fósiles.
Sin embargo, uno de los datos más preocupantes es que la generación hidroeléctrica disminuyó en un 42.04% en comparación con 2022, debido a la escasez de agua en las principales presas del país.
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En retrospectiva, según el Balance Nacional de Energía 2023, el sector agropecuario de México consumió 183.22 petajoules (PJ) de energía durante el año, lo que representa una disminución del 2.62% respecto a 2022. No obstante, al desglosar las fuentes de energía utilizadas, se identifican cambios significativos en la composición del consumo.
El diésel fue el principal combustible en la agricultura, representando el 67.42% del total de energía utilizada (123.53 PJ), aunque su uso disminuyó en 5.06% respecto a 2022. Este descenso puede atribuirse al encarecimiento de los combustibles fósiles y a una posible transición hacia sistemas eléctricos.
En contraste, el uso de electricidad aumentó en un 3.99%, alcanzando 55.48 PJ, lo que indica una mayor adopción de equipos eléctricos para bombeo y riego. Por otro lado, el consumo de gas licuado se redujo en 10.04%, reflejando una menor dependencia de este combustible en la actividad agropecuaria.
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Este panorama sugiere que el sector energético mexicano se encuentra en una encrucijada crítica que exige soluciones integrales y coordinadas. La creciente demanda, sumada a la reducción en la generación hidroeléctrica y a las interrupciones en el suministro, subraya la urgencia de modernizar y diversificar el sistema eléctrico.
El Plan Nacional de Energía se perfila como una respuesta estratégica, al incentivar la inversión privada, impulsar las renovables y optimizar la infraestructura, lo que podría sentar las bases para un futuro más sostenible y resiliente.
Redacción: ZafraNet
Fuentes Consultadas:
Informe Electricidad 2025, Análisis y Previsión hasta 2027, Agencia Internacional de Energía (AIE).
Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2024-2038 (PRODESEN 2024-2038)
Balance Nacional de Energía 2023
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