Raizen, el gigante global en la producción de etanol derivado de la caña de azúcar, y Wartsila, un referente en la propulsión marítima, han unido fuerzas en una iniciativa investigativa que busca explorar el potencial del etanol como una alternativa de combustible para embarcaciones, según un comunicado conjunto emitido el pasado martes.
La firma finlandesa Wartsila, reconocida por su manufactura de motores duales para barcos, los cuales operan tanto con diésel como con metanol, ve en esta colaboración con la brasileña Raizen una ruta promisoria hacia la diversificación de fuentes energéticas en el ámbito naval. Esta alianza estratégica emerge en un momento donde la industria del transporte marítimo enfrenta la presión de mitigar su notable huella de carbono, con metas ambiciosas planteadas a nivel global: una reducción del 40% en las emisiones de carbono para 2030, y del 70% para 2050.
La colaboración apunta a una exploración profunda del etanol en los motores ya desarrollados por Wartsila. Hasta la fecha, la transición hacia combustibles alternos ha sido tímida; solo unas pocas embarcaciones poseen motores capaces de operar con combustibles distintos al petróleo. Stefan Nysjo, el Vicepresidente de Suministros de Energía de Wartsila, enfatizó las similitudes entre el metanol y el etanol, señalando que el acuerdo con Raizen representa una ventana para expandir el conocimiento en torno a los combustibles bajos en carbono en el sector naval.
Raizen se compromete a proporcionar etanol de primera y segunda generación para la investigación, además de designar un equipo especializado que colaborará estrechamente con los expertos de Wartsila. La firma brasileña sostiene que su etanol podría contribuir a una reducción de las emisiones de carbono de hasta un 80%.
Aunque globalmente existen discrepancias en los estudios sobre el verdadero potencial del etanol en la reducción de emisiones, Raizen ha demostrado su confianza en esta alternativa energética con la reciente inauguración de su segunda planta de etanol de segunda generación (2G) en Brasil, con una inversión de 1.200 millones de reales (238 millones de dólares). El etanol 2G, producido a partir de residuos vegetales, se destaca por su potencial para ser carbono negativo, lo que amplía las perspectivas de esta colaboración en la búsqueda de soluciones energéticas sostenibles para el transporte marítimo.
Te puede interesar:
Perspectivas azucaradas: India navega entre rebajas del GST y ambiciosas políticas de etanol
Bioetanol: Crecimiento y optimismo post-COVID
La década de 2030 marca el ocaso de la era de los combustibles fósiles