En un mundo donde la demanda de energía crece a la par con la necesidad de soluciones sostenibles, la agrovoltaica emerge como una innovadora respuesta al dilema de la utilización del suelo para la producción de energía y alimentos. Esta tecnología combina paneles solares fotovoltaicos con la agricultura, aprovechando eficazmente el mismo terreno para ambos fines y representando una prometedora solución ante los retos climáticos y de seguridad alimentaria.
“La agrovoltaica ofrece varias ventajas a considerar”, afirma Beatriz Muñoz Vidal, ingeniera de proyectos y especialista en agrovoltaica en IASOL. Muñoz destaca que esta tecnología “permite la interacción entre la actividad agrícola y la combinación de placas fotovoltaicas, lo que contribuye significativamente a la mitigación del cambio climático”. Además, señala que “esta práctica genera ingresos para el campo”.
A pesar de ser una tecnología en sus etapas iniciales de implementación, los estudios han verificado que los sistemas agrovoltaicos pueden disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, a la vez que fortalecen la seguridad alimentaria, energética y de agua en las regiones donde se aplican. Un beneficio adicional es que la sombra de los paneles solares sobre los cultivos puede reducir la evaporación del agua, ayudando a mantener la humedad del suelo y disminuyendo la necesidad de riego.
Los sistemas agrovoltaicos no solo impulsan la sostenibilidad ambiental, sino también fomentan el empleo local, especialmente en zonas rurales donde la modernización de la generación eléctrica y la lucha contra la despoblación son cruciales. “En sistemas agrarios aislados sin acceso a una red cercana, el autoconsumo de energía eléctrica a partir de sistemas fotovoltaicos es una solución óptima”, explica Muñoz.
Sin embargo, el camino hacia la implementación amplia de la agrovoltaica no está exento de desafíos. Según Muñoz, “aún queda un largo camino por recorrer para establecer plenamente esta nueva tecnología en nuestro país, tanto en términos de investigación como de legislación”. Actualmente, sólo aproximadamente el 1% del terreno disponible se utiliza para agrovoltaica, pero existe un gran potencial en las vastas extensiones de territorio prácticamente desértico de España, que podrían ser aprovechadas para esta tecnología, “contribuyendo así a combatir la España vaciada”.
La intervención de las administraciones públicas es fundamental para superar estos retos, mediante la provisión de ayudas y subvenciones, y la simplificación de la gestión burocrática relacionada con permisos y licencias. Estas medidas son esenciales para avanzar hacia un futuro energético más sostenible, en el que las energías renovables y la producción de alimentos puedan coexistir armoniosamente en el mismo espacio.
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