La creciente productividad con que la humanidad genera basura ganó por lo menos una contrapartida sostenible, la extracción del biogás de los rellenos sanitarios, una actividad en expansión en Brasil.
Dos pequeñas mesetas se destacan en el paisaje de las afueras de Caucaia, uno de los 19 municipios que componen la región metropolitana de Fortaleza, capital del estado de Ceará, en la región del Nordeste del país.
La simetría denuncia la artificialidad de los cerros, uno de los cuales recibe cerca de 5000 toneladas diarias de los residuos sólidos recogidos en la región metropolitana de 4,2 millones de habitantes. El otro, el “viejo relleno sanitario” inaugurado en 1991, ya está cerrado, pero es el que genera más gases.
“Somos pioneros en la producción de biometano de la basura”, subrayó Thales Motta, director de Gas Natural Renovable Fortaleza (GNR), una asociación entre las empresas privadas Ecometano, del grupo MDC de energías renovables y gas natural, y Marquise Ambiental, de Fortaleza, que administra los rellenos de Caucaia.
El biometano es el producto resultante de la refinación del biogás que le quita otros gases, como el dióxido de carbono y el sulfato de hidrógeno.
GNR Fortaleza produce cerca de 100,000 metros cúbicos diarios de ese gas, vendido a la estatal Compañía de Gas de Ceará (Cegás), que lo mezcla al gas natural en sus tuberías.
“Proveemos de 15 % del gas que distribuye Cegás, que confió en la calidad de nuestro biometano”, apuntó Motta, durante la visita de IPS a la planta de GNR, inaugurada en diciembre de 2017.
Dificultades iniciales
La actividad pionera de Ecometano se debe a otra planta, la de Dos Arcos, establecida en 2014 en São Pedro da Aldeia, ciudad costera de 108,000 habitantes, a 140 kilómetros de Río de Janeiro. Su capacidad está limitada a 14,000 metros cúbicos diarios.
“No había entonces regulación para el biometano y la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles nos negó autorización para su venta”, recordó Motta, un ingeniero eléctrico. Hubo pérdidas, las ventas se hicieron directamente a pocos clientes, como supermercados.
Pero la empresa perseveró con su apuesta y la regulación salió en 2017, poco antes del inicio de las operaciones de GNR Fortaleza.
“Había muchos prejuicios incluso entre ingenieros, escepticismo en las compañías de gas. Tuvimos que presentar análisis y pruebas de calidad más rigorosas que las del gas fósil”, señaló el director de la planta.
“Pero rompimos la barrera del descrédito y abrimos un mercado nuevo, al comprobar que se trata de un gas seguro, estable y de precios previsibles”, acotó.