La economía mundial podría incrementar en un 2.4% sobre el crecimiento esperado si acelera la transición energética en un camino hacia la seguridad climática, reveló un nuevo informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).
Asimismo, el organismo previó la creación de hasta 122 millones de puestos de trabajo relacionados con la energía para 2050, es decir, más del doble de los 58 millones actuales. Además, tan solo la energía renovable por sí sola representará más de un tercio de todos los empleos energéticos que emplean a 43 millones de personas en el mundo.
En su reporte “Re-Writes Narrative for Net Zero World”, indicó que son necesarios realizar ajustes drásticos en los flujos de capital así como una reorientación de las inversiones para alinear la energía con una trayectoria económica y ambiental positiva. Del mismo modo, se necesita una inversión anual de 4.4 billones de dólares; sin embargo, es factible, pues equivale al 5% del Producto Interno Bruto Mundial (PIB) en 2019.
“Para el 2050, se requiere un total de 33 billones de dólares de inversión adicional en eficiencia; energías renovables; electrificación de uso final; redes eléctricas; flexibilidad; hidrógeno e innovaciones. Sin embargo, los beneficios superan con creces los costos de las inversiones”, explicó.
Transición energética, una oportunidad de negocio.
Es por ello que el organismo consideró la transición energética como una gran oportunidad de negocio para las partes interesadas incluido el sector privado. En ese sentido, se estima que la industria de capital de deuda privada crecerá del 44% en 2019 a un 57% para 2050, un aumento de casi 20% con respecto a las políticas planificadas.
“A las tecnologías de transición energética les resultará más fácil obtener financiación de deuda a largo plazo asequible en los próximos años, mientras que los financiadores privados evitarán cada vez más los activos de combustibles fósiles”, pronosticó.
En tanto, el financiamiento público aún será fundamental para una transición rápida, justa e inclusiva y para poder catalizar el financiamiento privado.
Para poder impulsar un cambio más estructural, IRENA señaló que será necesaria una cooperación internacional y un conjunto integral de políticas. Pero, si no son bien gestionadas, la transición energética podría correr el riesgo de obtener resultados no equitativos; así como un desarrollo de doble vía y una desaceleración general del progreso.