En el corazón de Morelos, un estado emblemático por su contribución a la Reforma Agraria, la producción cañera enfrenta hoy una amenaza que sacude los cimientos de una tradición arraigada. La combinación de una escasez de mano de obra, abusos por parte de organizaciones cañeras y cuotas excesivas están poniendo en jaque a una de las actividades más importantes del estado. Los productores, algunos con décadas de experiencia, describen un escenario que evoca los tiempos oscuros del Porfiriato, y claman por un cambio.
Cenobia Riquelme Tablas, ejidataria de San Rafael, Tlaltizapán, con dos décadas dedicadas a la producción de caña de azúcar, expresa su desilusión hacia el gobierno y las autoridades: “El legado de Zapata no está en la práctica. El gobierno está nada más para su conveniencia, para perjudicar al campesino, no para ayudarlo”, lamenta. Esta desesperanza se profundiza con la ineficaz distribución del agua y cómo algunos productores quedan atrapados en un ciclo de deuda con sus tierras.
Estamos hartos de tanto que nos han hecho y hemos estado viviendo. Estamos cansados. Pero seguimos trabajando la tierra y, mientras Dios nos de fuerzas, así será
Cenobia Riquelme Tablas, ejidataria de San Rafael, Tlaltizapán.
Ingresos mínimos
Por su parte, Domingo Leal, ejidatario de Tecomalco, en Ayala, da testimonio contundente de esta crisis. Este año, Domingo cultivó poco más de 42 toneladas de caña, pero al final del ciclo, los descuentos por diversos conceptos le dejaron sin ingresos. “Vinimos a este mundo a vivir y disfrutarlo, pero en realidad sólo trabajamos para otras personas. Yo trabajo 16 tareas de caña”, relata Domingo, con un recibo de liquidación que resalta la gravedad de la situación: cero ingresos frente a gastos de zafra que ascienden a 28,599.35 pesos.
Dentro de los gastos incurridos, Leal reportó al portal El Sol de Cuautla que invirtió 2,121.50 pesos en el corte de caña, 1,077.72 pesos en el alce, 4,622.32 pesos en el flete para su transporte y 4,000 pesos en otros gastos de cosecha, cuyos detalles no fueron especificados. Además, se sumaron 16,642.80 pesos en concepto de avío (financiamiento o crédito para los insumos agrícolas y otras necesidades operativas) y 135 pesos destinados al seguro agrícola. Pero la carga económica no termina aquí.
A ello se agregan cargos adicionales como los distribuibles y cuotas locales que ascienden a 3,895.13 pesos, junto con las retenciones por terceros, que incluyen seguros y cuotas del IMSS, sumando un total de 10,487.31 pesos. Y eso sin tomar en cuenta la contribución al Fideicomiso CIDCA, una institución dedicada a proyectos de investigación científica en caña de azúcar, que requiere una aportación de 9,204.57 pesos. Estos elementos, aunados, sumergen al productor en un déficit considerable incluso antes de contemplar otras contribuciones obligatorias.
Mano de obra insuficiente
Por si fuera poco, los desafíos no se detienen en la economía. La grave escasez de mano de obra agudiza la situación. Joaquín Crisóforo Campos Tejeda, veterano productor de caña de Villa de Ayala, describe la crisis actual como sin precedentes: “El campo realmente ya no es negocio”, afirma. La migración hacia actividades más rentables está dejando los campos cañeros vacíos. “Hay una crisis de mano de obra”, dice Joaquín, y destaca la preocupante migración de trabajadores hacia actividades incluso ilícitas como el narcotráfico.
“Pero no es tanto que ya no haya mano de obra, sino que está muy barata, y el trabajador ya no quiere trabajar”, expresó el ejidatario al portal de la Organización Editorial Mexicana (OEM), señalando una de las causas de la crisis laboral en el sector. Además, agregó que la nueva regulación sobre la prohibición de quemar la caña, a pesar de tener sus fundamentos, complicará aún más la cosecha.
Imagínate ahora a los obreros que, sabiendo que hay víboras o alacranes ahí, van a querer ir a cortar caña de azúcar sin quemar
Joaquín Crisóforo Campos Tejeda, productor de caña de Villa de Ayala.
Tiempo de cambios
La escasez de mano de obra en la industria cañera está forzando a los productores a buscar trabajadores más allá de las fronteras estatales. “Sí es grave la falta de mano de obra. Antes nos abastecíamos para el corte de caña en Guerrero, y ahorita no. Ahorita ya tenemos que ir a buscar hasta Chiapas, colindando con Guatemala”, señala Miguel Ángel Barranco García, presidente de la Unión Local de Productores de Caña, proyectando un futuro en el que los obreros podrían dejar de estar presentes en el campo.
Ante este panorama, Barranco García visualiza una modernización en las herramientas de trabajo como una alternativa viable. “Tendremos que ver las mejores opciones para que las cosechadoras, las máquinas, sean más modernas. Hay diferentes marcas en el mercado y hay que ver cuál es la más adecuada, con las mejores dimensiones a las zurcadas que hay en nuestros terrenos”, explica el líder cañero, apuntando hacia una posible solución tecnológica a los desafíos que enfrenta el sector.
A pesar de los retos, Barranco García, quien también funge como regidor de Desarrollo Agropecuario en el ayuntamiento de Cuautla, tiene una visión menos desoladora que otros cañeros respecto al estado actual de la industria. De hecho, considera que el año 2023 marcó un punto positivo en términos económicos para los productores de caña.
En eso sí difiero. Ha sido un año estupendo en cuanto al precio de la tonelada de caña de azúcar. Históricamente, liquidamos en mil 230 pesos la tonelada. Un mejor precio de la tonelada siempre va a ser reflejado en el bolsillo de las familias cañeras
Miguel Barranco García, presidente de la Unión Local de Productores de Caña y regidor de Desarrollo Agropecuario del ayuntamiento de Cuautla
La situación actual resalta una desconexión preocupante entre las autoridades y los productores. Un siglo después de Emiliano Zapata, los ejidatarios claman que ponga fin a los abusos, se restaure la vigilancia gubernamental y devuelva el control a quienes laboran la tierra día tras día.