En el panorama agrícola actual, dos casos contrastantes emergen en el cultivo de la caña de azúcar en América Latina, revelando tanto desafíos como éxitos en el sector. Por un lado, México enfrenta una disminución en el rendimiento de sus cultivos de caña, mientras que, por otro lado, El Salvador celebra un crecimiento sostenido en la producción y exportación de azúcar.
En México, específicamente en los ingenios Plan de Ayala y Plan de San Luis, se ha registrado un descenso significativo en el rendimiento de la caña de azúcar en comparación con la zafra pasada, según informes del “Pulso”, Diario de San Luis. El Karbe (Kilogramo de azúcar recuperable base estándar) en el Plan de Ayala disminuyó de 118.655 a 114.271, y en el Plan de San Luis, la caída fue aún más pronunciada, de 124.122 a 109.548. Factores como la sequía y la proliferación del gusano barrenador han impactado negativamente la producción, socavando la posibilidad de igualar las ganancias del ciclo anterior.
Contrastando con esta realidad, El Salvador muestra una situación más alentadora. De acuerdo con el Diario “Elsalvador.com”, el país ha experimentado un aumento constante en la producción de caña de azúcar, con una proyección de 65 millones de quintales de caña para el ciclo 2023-2024, lo que se traduce en unos 7.5 millones de quintales de azúcar. Este crecimiento ha sido impulsado, en gran medida, por la vocación exportadora del cultivo y las políticas implementadas para fortalecer el sector.
La administración de Nayib Bukele ha sido testigo del mayor volumen de exportación de azúcar en los últimos años, alcanzando los 57.61 millones de quintales. El éxito se atribuye a la diferenciación entre la industria azucarera, compuesta por poderosas empresas centralizadas, y los productores de caña, quienes han sido protegidos por una ley aprobada en 2001 que reglamenta su mercado. Esta ley garantiza a los productores un precio de venta estable desde el inicio de la cosecha, ofreciendo una seguridad que no disfrutan otros sectores agropecuarios.
Además, El Salvador ha logrado duplicar su producción en la misma extensión de tierra gracias a inversiones en tecnificación y mejoramiento de procesos. La introducción de una variedad de caña que puede ser cultivada por hasta ocho años, en comparación con los dos años de las variedades anteriores, ha representado un ahorro significativo de costos y un aumento en la eficiencia de la producción.
El Consejo Salvadoreño de Agroindustria Azucarera (CONSAA), con una participación equilibrada entre el gobierno, los productores y los ingenios, ha jugado un papel crucial en asegurar un trato justo para todos los actores involucrados. Esta colaboración y regulación efectiva contrastan con la situación de los productores de granos básicos en el país, quienes a menudo se enfrentan a la volatilidad del mercado y a prácticas injustas.
Mientras México lucha por superar los desafíos climáticos y biológicos que afectan su producción de caña de azúcar, El Salvador emerge como un ejemplo de cómo la regulación, la colaboración y la innovación pueden impulsar el crecimiento y la sostenibilidad en el sector agrícola. Este contraste subraya la importancia de políticas y estrategias adaptadas a las necesidades y realidades de cada país para asegurar el éxito en la agroindustria.
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