Coca-Cola ha realizado una inversión estratégica en Avalo, una startup de biotecnología que emplea inteligencia artificial para desarrollar cultivos con mayor resiliencia climática. A través de una inyección de capital de 11 millones de dólares, Avalo busca acelerar la creación de variedades de caña de azúcar con menor dependencia de agua y fertilizantes nitrogenados, un avance que podría transformar la industria azucarera.
El mejoramiento genético de cultivos ha sido históricamente un proceso lento y costoso. En el caso de la caña de azúcar, el desarrollo de nuevas variedades puede tardar más de 12 años debido a su compleja genética y largos ciclos de crecimiento. Avalo propone reducir ese tiempo a entre 5 y 6 años mediante su plataforma Gene Discovery by Informationless Perturbation (GDIP), basada en aprendizaje automático interpretable.
Esta tecnología, desarrollada a partir de los estudios de la profesora Cynthia Rudin en inteligencia artificial, permite identificar con precisión los genes responsables de características clave, como resistencia a sequías y eficiencia en el uso de nitrógeno, sin necesidad de grandes volúmenes de datos históricos.
De acuerdo con BioEconomía, a diferencia de los tradicionales estudios de asociación del genoma (GWAS), que buscan correlaciones genéticas con ciertos rasgos, el modelo de Avalo analiza el genoma en su totalidad y determina qué genes tienen mayor impacto en cada característica deseada. “Mientras los métodos convencionales identifican correctamente solo un 15-20% de los genes relevantes para un rasgo específico, nuestro modelo alcanza una precisión superior al 90%”, afirmó Mariano Álvarez, cofundador de Avalo.
La inversión de Coca-Cola Europacific Partners (CCEP) en Avalo tiene el propósito de garantizar el abastecimiento de azúcar y reducir las emisiones de carbono en su cadena de valor. La caña de azúcar es un cultivo altamente sensible a la falta de agua y al uso de fertilizantes nitrogenados, cuya aplicación representa una de las mayores fuentes de emisiones de carbono en la industria.
En Australia, donde la industria azucarera está valuada en 2.000 millones de dólares, la producción enfrenta desafíos crecientes por sequías y plagas. Avalo busca desarrollar variedades que requieran menos agua y fertilizantes, lo que reduciría el impacto ambiental y aumentaría la resiliencia de los productores ante condiciones climáticas adversas.
Aunque el enfoque inicial de Avalo está en la caña de azúcar, la compañía también aplica su tecnología a otros cultivos estratégicos. Entre ellos, el algodón, donde la startup trabaja en variedades resistentes a la sequía para mitigar los efectos de la escasez de agua en Texas, el mayor productor de algodón en Estados Unidos. En el caso del arroz, se desarrollan variedades optimizadas para aumentar el rendimiento y reducir el impacto ambiental.
Asimismo, Avalo investiga la producción de caucho a partir del látex del diente de león, una alternativa que permitiría establecer cultivos en zonas templadas de Estados Unidos, disminuyendo la dependencia de plantaciones tropicales. En el sector hortícola, ha logrado reducir el ciclo de crecimiento del brócoli de 45 a 37 días, permitiendo hasta seis cosechas anuales en lugar de cuatro, lo que podría mejorar la rentabilidad de los productores y reducir el uso de pesticidas.
El modelo de negocio de Avalo se diferencia de otras startups de biotecnología agrícola al no limitarse a la venta de semillas. La empresa opera bajo un esquema de producción y comercialización compartida. En el caso de la caña de azúcar, planea trabajar con agricultores ofreciéndoles semillas mejoradas a menor costo y asesoramiento agronómico, a cambio de compartir las ganancias de la venta del azúcar producido con estas variedades. Este enfoque busca facilitar la adopción de cultivos más sostenibles sin trasladar el costo inicial a los productores, acelerando la transición hacia una agricultura más eficiente y resiliente.
En un contexto donde el cambio climático y la presión ambiental desafían la producción agrícola, la tecnología de Avalo representa una alternativa para mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad sin recurrir a modificaciones genéticas artificiales. La apuesta de Coca-Cola por este modelo señala un cambio en la producción de insumos agrícolas, donde la inteligencia artificial no solo acelera el desarrollo de cultivos más resistentes, sino que también optimiza la rentabilidad de los productores y disminuye el impacto ambiental.
Si Avalo logra escalar su tecnología y expandir su presencia en otros cultivos clave, podría redefinir el futuro de la agricultura sostenible en los próximos años. El impacto de la inteligencia artificial en este sector parece inminente, y su implementación a gran escala podría estar más cerca de lo esperado.
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