En medio de crecientes desafíos para la agroindustria nacional, México ha ajustado a la baja su estimado de producción de azúcar para 2024, estableciendo una nueva meta de 4.5 millones de toneladas. Este ajuste refleja un rendimiento por debajo de las expectativas y resalta problemas estructurales en el sector.
Consecuentemente, las importaciones de azúcar al país se han intensificado. Hasta el 7 de abril, México ha importado 447 mil toneladas de azúcar. De esta cantidad, 135 mil toneladas provinieron de la región México-Estados Unidos, beneficiándose de un acuerdo que exime estos envíos de aranceles. Las 312 mil toneladas restantes fueron adquiridas de otros mercados internacionales, con un arancel promedio de 360 dólares por tonelada, aunque este varía según la calidad del producto importado. Además, se ha reportado la entrada de azúcar de contrabando a través de la frontera sur del país, añadiendo más presión al mercado local.
En respuesta a la disminución de la producción nacional, el gobierno mexicano ha notificado a Estados Unidos que el volumen de azúcar disponible para exportación ha disminuido a 484 mil toneladas. Sin embargo, esta cifra podría ser ajustada en función de la disponibilidad futura de azúcar en México.
En un esfuerzo por estabilizar el mercado, la Secretaría de Economía publicó en el Diario Oficial una autorización especial para las empresas bajo el régimen IMMEX. Esta medida permite la importación de azúcar que ha participado en el Programa de Re-Export en Estados Unidos, con precios equiparables a los del mercado mundial. Esta autorización, que estará vigente hasta el próximo 31 de agosto, busca ofrecer a las empresas IMMEX acceso a azúcar a precios competitivos, mientras se libera más producto para el consumo nacional.
Este panorama sugiere que la combinación de mayores importaciones, con o sin pago de aranceles y contrabando, la reducción de exportaciones a Estados Unidos, así como la nueva política de importaciones para las empresas IMME, podría conducir a una caída en los precios del azúcar en el mercado doméstico. Este ajuste de precios representará un alivio para los consumidores, pero plantea desafíos significativos para los productores locales.
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