En el corazón de Maharashtra, un estado indio conocido por su producción azucarera, una sombría realidad afecta a las mujeres que laboran en los campos de caña de azúcar. Una investigación revela prácticas que van desde histerectomías innecesarias hasta el fomento del matrimonio infantil y el trabajo de menores, todo ello en una industria crucial para la economía local y global.
Las histerectomías, a menudo vistas como la única solución a los retos que enfrentan las trabajadoras, han surgido como una práctica común en el empobrecido distrito de Beed, hogar de numerosos jornaleros migrantes. Un informe gubernamental de 2019 destapó que, de aproximadamente 82,000 cortadoras de caña, casi el 20% se había sometido a esta operación. Sin embargo, en los cinco años siguientes, poco ha cambiado.
Las condiciones de trabajo en el sector azucarero de Maharashtra obligan a los trabajadores a aceptar un ciclo de deuda salarial del que es casi imposible escapar. Reciben un anticipo al inicio de la temporada que deben devolver con su labor, pero la falta de registros y las afirmaciones de los contratistas sobre el insuficiente rendimiento dejan a los trabajadores atados a volver temporada tras temporada.
Esta realidad laboral, exacerbada por la ausencia de servicios básicos como baños y agua corriente, lleva a las mujeres a optar por la histerectomía. La falta de acceso a atención médica sin perder ingresos, el alto costo y la inaccesibilidad de productos sanitarios, y la promesa de alivio de los dolores menstruales son factores que contribuyen a esta decisión drástica.
El sistema fomenta también prácticas perjudiciales como el matrimonio y el trabajo infantil. Las familias, motivadas por la contratación de parejas por parte de los ingenios, casan a sus hijas a una edad temprana, perpetuando un ciclo de explotación y abuso.
A pesar de las afirmaciones de las grandes marcas occidentales como Coca-Cola y PepsiCo sobre la prohibición del trabajo infantil y forzado en sus códigos de conducta, la realidad en el terreno muestra una desconexión. Las visitas de representantes de estas multinacionales raramente incluyen inspecciones a las condiciones laborales en los campos, manteniendo así un velo sobre las adversidades que enfrentan los trabajadores.
Los ingenios azucareros, por su parte, se desentienden de la responsabilidad, argumentando que la contratación de trabajadores se realiza a través de contratistas. Esta externalización permite a los propietarios de los ingenios negar su papel en las condiciones de trabajo adversas.
La exposición de estas prácticas llama a una reflexión urgente sobre la responsabilidad corporativa y la necesidad de una supervisión más rigurosa para garantizar que los derechos de los trabajadores sean respetados. A medida que continúa la demanda global de azúcar, es imperativo que las voces de los más vulnerables sean escuchadas y sus condiciones de vida mejoradas.
Este panorama en Maharashtra no es solo un testimonio de las injusticias en la industria azucarera, sino también un llamado a la acción para empresas, consumidores y autoridades para reevaluar y reformar las cadenas de suministro globales, asegurando que la dignidad y los derechos de cada trabajador sean inalienables y protegidos.
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