La industria de confitería en Estados Unidos se enfrenta a una encrucijada crítica, a medida que la crisis en el mercado del azúcar proyecta una sombra amenazadora sobre uno de los sectores más emblemáticos de la festividad estadounidense.
La prolongada sequía en los principales centros productores de caña de azúcar, México y Luisiana, ha catapultado los futuros del azúcar en Estados Unidos a niveles sin precedentes para esta época del año. Este fenómeno ha obligado a los fabricantes de dulces a recurrir a importaciones costosas para asegurar sus suministros, desencadenando un impacto directo en los precios al consumidor.
“Descubrimos que era mejor pagar más por el azúcar y pasárselo al consumidor que quedarse completamente sin azúcar”, subraya Kirk Vashaw, director ejecutivo de Spangler Candy Co., fabricante de piruletas Dum Dums. Esta estrategia, adoptada por diversos actores del sector, refleja la difícil decisión que enfrentan para proteger márgenes en medio de la creciente presión de costos.
Las cifras arrojan luz sobre la magnitud del problema. Se estima que las ventas minoristas de dulces alcanzarán los 48.800 millones de dólares este año, según Euromonitor International. Sin embargo, la inflación y los problemas en la cadena de suministro han propiciado un aumento del 13,4% en los precios al consumidor de productos de confitería en el último año, superando las ganancias generales de los supermercados.
El mercado del azúcar en Estados Unidos enfrenta desafíos adicionales debido a sus regulaciones proteccionistas. Rob Johansson, director de economía y análisis de políticas de la American Sugar Alliance, defiende estas reglas como necesarias para proteger a los productores estadounidenses de prácticas desleales de otros países.
No obstante, críticos argumentan que estas regulaciones no son lo suficientemente ágiles y, de hecho, han generado pérdidas económicas netas. Un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE. UU. indicó que el programa de regulación del azúcar ha costado a los usuarios hasta 1.600 millones de dólares al año, cuestionando la eficacia de estas medidas en el actual panorama.
Ante la persistente escasez, las empresas de confitería no esperan medidas regulatorias. Algunas están tomando acciones por sí mismas, como reservar contratos de azúcar para futuros años. Spangler Candy, con sede en Ohio, ha adelantado sus reservas de azúcar para 2024, evidenciando la incertidumbre en torno al suministro a largo plazo y la necesidad de asegurar costos competitivos.
Aunque las grandes empresas de confitería han logrado mantener un crecimiento de ingresos gracias a la demanda sostenida de los consumidores, las pequeñas compañías enfrentan mayores dificultades. Paul Steed, exgerente de riesgo de precios de materias primas en Mars Inc., advierte que los niveles actuales de precios están “cerca del punto en el que aumentos significativos podrían tener graves consecuencias en las ventas unitarias”.
En última instancia, la reautorización de la Ley Agrícola en 2024 podría ser una oportunidad para reformar las cuotas de importación y abordar las preocupaciones del sector. Sin embargo, los intentos anteriores de reforma han fallado, y las empresas están adoptando estrategias proactivas mientras el mercado del azúcar en Estados Unidos se encuentra en un estado de “gran ansiedad”, según palabras de Grant Colvin, director ejecutivo de la Alianza para una Política Justa del Azúcar.
La incertidumbre persistente en el suministro de azúcar podría tener repercusiones más allá del sector de confitería, afectando a panaderías y cafeterías que dependen de esta materia prima. La situación destaca la necesidad de encontrar soluciones equitativas que equilibren la protección de los productores nacionales con la realidad de un mercado global interconectado.
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