Un desastre emergente, generado por la severa sequía que asola la Huasteca Norte, se cierne sobre la región debido a la inminente suspensión de zafra en los ingenios “Plan de Ayala” y “Beta San Miguel”. Juntos, estos ingenios infunden una vitalidad económica a la región, aportando más de 3 mil millones de pesos cada año al tejido económico local.
La cancelación de la molienda de caña tendría repercusiones devastadoras, despojando de empleo a cerca de 2 mil jornaleros que son empleados para la cosecha de esta gramínea. Además, entre 600 a 800 transportistas, 300 operadores de maquinaria y 1,600 obreros de fábrica se verían afectados directamente.
La cadena de impacto no termina ahí. Unos 5 mil productores serían los primeros en sentir el golpe. Posteriormente, el desplome repercutiría en mecánicos, hojalateros, electromecánicos, vulcanizadoras, loncherías y diversos giros comerciales que dependen del flujo económico generado por la industria cañera-azucarera, la cual, según se estima, contribuye con 65 a 70 centavos de cada peso circulante en la región.
La carestía de lluvias ha dejado los ríos y arroyos secos, y los cañaverales, sin desarrollar o completamente secos, presentan un escenario desolador. La situación es crítica, y la preocupación se cierne sobre la región como una nube ominosa.
La escasa caña que ha sobrevivido en la zona de abasto del ingenio “Beta San Miguel” de El Naranjo, será redirigida al “Plan de San Luis” del ejido “Ampliación La Hincada” en el municipio de Valles, mientras que el ingenio “Plan de Ayala” desviará su producción al “Alianza Popular” de Tambaca en el municipio de Tamasopo.
El futuro de la región se tiñe de incertidumbre, con la ganadería y la agricultura también enfrentando estragos. El núcleo económico de la Huasteca Norte está en juego, y la suspensión de zafra en estos ingenios emblemáticos es un espejo del desafío multifacético al que se enfrenta la región.